Se fue el cucho

Ezequiel Knight, allá dónde sea que quede esa nota, sabemos que vas a poner a gozar a los diablos y a los ángeles... la gente bacana no muere... no descanses, sigue bailando y pregonando.





Natural del Bagre, Antioquia.  Su padre fue un pianista jamaiquino del Clan de los McGregor, legendarios intérpretes del reggae; a su paso por Medellín le ofrecen trabajo en minería y se termina quedando.  El viejo alternaba su profesión de Ingeniero con la de músico, armó combo con sus hijos para tocar en bares y establecimientos de la bohemia de la época, así que Ezequiel tuvo en él su primer profesor, y en su familia su primera agrupación musical, con su padre aprendió a cantar y a tocar el bajo.

A los 15 años de edad llega a Cali, allí integra la "Orquesta de los Hermanos Ospino" donde coincide con Wilson "Saoko" Manyoma quién será después vocalista de Fruko y sus Tesos.  Al empezar Saoko su carrera como solista, convoca a Ezequiel para que lo acompañe como corista e interpretando el bajo.

Posteriormente, para seguir en familia, llega a la "Orquesta La Ley" que lidera el hermano de Saoko, Hermes Manyoma, con este grupo emprende una gira nacional que los lleva a traspasar fronteras y terminar en Ecuador. 

En Barranquilla, junto a Saulo Sánchez conforman "El Grupo Capricornio" para tocar de planta en la discoteca "El Imperio Azteca".  Su recorrido sigue con una agrupación de música popular que anduvo el Eje Cafetero y el Tolima grande, regiones donde el furor por el género es grande.

En el 97 llega a Bogotá para trabajar en la discoteca "El Rodeo", el trasnocho recurrente y la estela de humo lo llevan al "Cartucho", sus vivencias de esta etapa están consignadas en la canción homónima incluida en nuestro CD, compuesta y cantada por él.  Encontrar la música de nuevo fue su "tate quieto", esa talanquera que lo hizo frenar para acordarse de sí mísmo, su nomadismo en los hogares de paso terminó con los ensayos de Son Callejero; a él lo llamamos "El Código 2 de la Salsa".                             

Hay tanta melancolía en su pensamiento como noches rumberas en su vida.  La trombosis apagó la potencia de su voz pero no el afinque ni el afine, su voz siempre cuenta algo más de lo que sencillamente se escucha, entregado en cuerpo y alma al oficio musical la existencia de Ezequiel parece un mambo legendario. 

El mambo se apagó en esta tierra en Marzo de 2017, pero dónde sea que esté debe estar pregonando.

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